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El Bonapartismo en Cuba

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| Categorias: Cuba
2010-11-06


Cuba nunca ha sido una sociedad socialista en la que la clase obrera gestiona los medios de producción democráticamente. Cuba nunca ha visto ningún tipo de democracia proletaria: ningún tipo de consejos de trabajadores y campesinos con delegados elegidos y revocables, similar al sistema soviético creado por la Revolución de Octubre en Rusia y, posteriormente aplastada por la contrarrevolución estalinista de los años 1920s/30s. La burocracia cubana no tuvo necesidad de llevar a cabo una contrarrevolución política para aplastar a los órganos de la democracia proletaria, porque esos órganos de tipo soviético simplemente no existieron: desde el principio se basó en el aparato del Estado bonapartista establecido antes de la expropiación de la burguesía. “Castro, quien en 1959 era un Bonaparte de la raquítica burguesía cubana, en 1962, se convirtió en un Bonaparte que “políticamente expropio a la clase obrera cubana” [12].

El régimen cubano, en comparación con el resto del “campo socialista”, nunca ha sido particularmente represivo con la población – nunca ha habido tanques en las calles para aplastar una revuelta popular, como en Checoslovaquia en 1968 o en Polonia en 1981, y nunca hubo un extenso sistema de campos de concentración como en la Unión Soviética de Stalin. Los hermanos Castro gozan de legitimidad ante los ojos de grandes sectores de la población en comparación con otros dirigentes estalinistas debido a su papel en la lucha por la independencia. Sin embargo, el carácter esencialmente estalinista del sistema se ha puesto de manifiesto regularmente, mas recientemente cuando dos importantes políticos de la “generación joven”, Felipe Pérez Roque y Carlos Lage, fueron removidos de todas las posiciones de liderazgo – de forma inesperada, sin discusión previa en el partido [13].

Otro ejemplo aún más dramático fue el caso de Esteban Morales, investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y EE.UU. en la Universidad de La Habana y colaborador habitual de periódicos oficiales cubanos y programas de televisión. En un artículo publicado en abril de 2010 en el sitio web de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), preguntó si la corrupción es “la contrarrevolución verdadera”. Él escribió: “Cuando observamos de cerca la situación interna de Cuba hoy en día, no podemos tener duda de que la contrarrevolución, poco a poco, está tomando posiciones en ciertos niveles del Estado y del Gobierno (…) Sin lugar a dudas, es cada vez más evidente que hay gente en posiciones de gobierno y el Estado que se están preparando financieramente para cuando la Revolución se caiga, y otros tienen casi todo listo para la transferencia de activos estatales a manos privadas, como ocurrió en la antigua URSS” [14]. A pesar de el hecho de que Morales no atacó a la propia burocracia, y sólo limitó su crítica a los elementos más corruptos dentro de ella, fue expulsado del Partido Comunista y se le prohibió expresarse en los medios de comunicación. Este ejemplo muestra la poca esperanza que existe para que la burocracia cubana se pueda reformar a sí misma en una dirección socialista.

Al igual que en los días de la guerrilla, la dirigencia cubana de hoy día tiene una gran autonomía en relación a la población, e incluso ante de su propio partido y las estructuras del Estado. Un ejemplo reciente de ello es el “Grupo de Apoyo del Comandante”, organización que es separada de los partidos políticos de apoyo a Fidel totalmente fuera de las estructuras del PCC. (Esta es una versión menor de la China de Mao, donde los dirigentes maoístas, también producto de una guerra de guerrillas de base campesina, pueden maniobrar relativamente autónomos, en relación a otras esferas de la burocracia gobernante) [15].

Formalmente las instituciones democráticas, tales como la “Asamblea del Poder Popular”, inspirado en un parlamento burgués, fueron creadas sólo con la Constitución de 1976, es decir, más de 15 años después de la revolución. Hay asambleas para elegir los candidatos a este parlamento, que integra una gran parte de la población. Sin embargo, en estas asambleas no hay campañas, no hay programas políticos y, sobre todo, los partidos políticos u organizaciones, incluso al PCC no le está permitido hacer campaña. Los estudios muestran que la mayoría de los cubanos seleccionan a estos candidatos sobre la base de criterios como “la honestidad” – por desgracia hay gente “honesta” que puede apoyar la restauración del capitalismo. En este marco, el Partido Comunista mantiene su hegemonía no oficial: el 70% de los candidatos son miembros del PCC, a pesar de que representan sólo el 15% de los electores [16].

Notas

12. Workers Power: Degenerate Revolution. P. 87.
13. Ian Urbina: “In Cuba, Change Means More of the Same, With Control at the Top”. En: New York Times. 6 de Abril, 2009.
14. Eduardo Molina: “¿Qué se negocia en La Habana?” Ver tambien (en Aleman): Bill Van Auken: “Raul Castro kündigt Entlassungen im Staatsdienst an.”
15. Para una discusión sobre esto, véase: Roberto Ramirez: “Cuba frente a una encrucijada”. En: Socialismo o Barbarie. #22. P. 97-102.
16. Haroldo Dilla Alfonso/Gerardo González Núnez: “Successes and Failures of a Decentralizing Experience. Cuba’s Local Governments”. En: Brenner: Cuba Reader. P. 81-83.



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